Vas y vienes. Intentas y desistes. Coloreas y vuelves a ser monocromático. Subes a la montaña y bajas a la playa. Haces retratos y luego haces fotografía de arquitectura, de calle, a la gente, a los desconocidos. Lees historias cortas y luego te sumerges en novelas largas. Muy largas. Te recreas con noches de terror y luego te conmueves con comedias románticas. Así eres a veces. Otras, también.
Pero todo encaja. Encaja al momento de diseñar, de escribir, de fotografiar o de dibujar. Tal vez porque unas cosas se nutren de otras, y es a partir de esta mezcolanza que defino (tal vez, y solo tal vez), quién soy.